TEXTO: MARíA JOSÉ NAZAR / FOTOS: VICENTE GARCÍA
Un departamento en Miami con más de 70 años de historia, al que sus nuevos dueños chilenos supieron dar una segunda oportunidad. Espacios amplios y luminosos sumados a una decoración sofisticada, cálida y alegre, igual que sus habitantes.
Colorido, con alma y personalidad. Así es el departamento en Miami de Vicente García y Robert Ivanschitz, quienes llegaron a él en marzo del 2020. “Robert ya tenía su departamento armado hace 15 años y decidimos buscar otro que fuera totalmente nuestro”, reconoce Vicente. Un lugar nuevo, donde empezar de cero con su historia, un espacio que transmitiera a la perfección sus gustos y pasiones. Después de una búsqueda exhaustiva llegaron a este edificio en Belle Island, pequeña isla con pocos edificios, ubicada muy cerca del centro neurálgico de Miami Beach.
Construido en 1952, se mantenía intacto, incluso con su dueña original. “Entrar en él era como hacer un viaje en el tiempo, con una distribución y una lógica que poco tenía que ver con la forma en la que se viven los departamentos hoy en día. Muy lejano a la realidad”, cuenta García, quien vio en él otra ventaja: remodelarlo significaría por fin poner en práctica todos sus conocimientos como arquitecto, ya que luego de titularse se había dedicado a la fotografía. Pero la experiencia no lo es todo: tenía el gusto, la sensibilidad para los colores, la mirada tan distinta de los espacios y una estética fresca que siempre ha estado presente en todo lo que hace.
Como todo lo referente al 2020, la pandemia les impidió empezar de inmediato con los arreglos, pero los dos supieron aprovechar ese tiempo para pensar y repensar el proyecto, además de comenzar a buscar un equipo de constructores y maestros que los acompañaran en esta odisea. Unos meses después llegó por fin el momento de demoler para dejar solo cuatro paredes en pie. ¡Sin exagerar! Ampliaron el pasillo, crearon un walk-in closet para el dormitorio principal, habilitaron un escritorio e integraron la cocina. Todo para ganar espacio y hacerlo más luminoso, cómodo y versátil.
Una vez listo, Vicente salió a recorrer Miami para encontrar los muebles y objetos que dieran vida al departamento. El arquitecto reconoce que nada le gusta más que esta búsqueda, y también mandar a hacer cosas a la medida del lugar, una tarea que en Miami resultó casi imposible. “En esta ciudad no existe el concepto del maestro al que se le pueda llevar una idea en mente. Nadie manda a fabricar, simplemente compran lo que está disponible en las distintas tiendas de decoración. La verdad es que aquí la gran mayoría decora en tonos neutros, demasiado blancos y grises que no me identifican”.
El color para Vicente es clave. Se pintaron muros, puertas y muebles, se eligieron tapices llamativos y obras de arte que también sumaran. Todo en una paleta de colores amplia y vibrante. Un ejercicio sin miedo con un resultado excepcional: un departamento cálido, alegre y acogedor, fiel reflejo de sus habitantes.
El proceso no solo resultó ser muy gratificante para sus dueños, sino que además consiguió un efecto inesperado. Quienes visitaban el departamento quedaban tan sorprendidos que, de a poco, comenzaron a pedirle a Vicente que se hiciera cargo de la remodelación de sus propias casas. Y así comenzó su trayectoria como arquitecto en el competitivo mundo de Miami. Un chileno de exportación y una historia que recién comienza, pero que de seguro lo llevará lejos.