TEXTO: SOFÍA ALDUNATE / FOTOS: RICARDO LABOUGLE
sin grandes dimensiones, pero con mucho dramatismo y espectáculo, el reconocido interiorista español Luis Bustamante, desbordó talento en su propio espacio en la capital ibérica. Su pied-à-terre madrileño es puro arte, ímpetu y estilo.
Nueva York, Miami, Londres, Gstaad, Caracas y República Dominicana son algunas de las ciudades donde el español Luis Bustamante ha firmado proyectos, una trayectoria brillante que delatan su vocación como escultor y pintor, base de su labor como interiorista. Esa fuerza creativa y equilibrio estético se hicieron indiscutibles en su propio piso en Madrid, un espacio donde el estilo personal, la certera distribución, el dramatismo y sobre todo el arte, son los hilos conductores.
Ubicado en un edificio de finales del siglo 19, su forma original fue remodelada por completo con el objetivo de brindarle doble uso a los espacios y unificar su contenido: materiales, colores y acabados entonan armoniosamente. Como explica su hija Alejandra desde su estudio en Madrid, como los metros eran escasos, la caja debía contener y despertar interés por sí sola y para ello optaron por la fuerza de la laca gris, los brillos y el reflejo de los espejos, recursos que conquistaron toda la espectacularidad esperada. El resto, mobiliario de firmas inglesas o de diseño propio; delicados trabajos de carpintería, maderas naturales, lacas brillantes, colores intensos y arte. Mucho arte.
Ubicado a pasos de su estudio, este lugar es un verdadero museo a escala. Esculturas clásicas y maquetas de arquitectura comparten espacio con obras clásicas y otras realizadas por algunos de los más grandes nombres del panorama contemporáneo mundial, entre ellos Tàpies, Hernández Pijuan y Otto Zitko. “El arte siempre tiene protagonismo en nuestros proyectos, son el punto de luz y color. Y en este departamento creamos una base neutra, perfecta para exhibir cualquier pieza”, explican.
Y mientras las paredes se visten de arte clásico y contemporáneo sin distinciones, los suelos y los techos añaden teatralidad a las zonas pensadas para compartir, lo mismo que las ventanas vestidas de madera, todo orquestado para crear un escenario de recogimiento y bienestar. En los recintos privados, el dramatismo disminuye y las tonalidades bajan en busca de paz.
En este, su propio terreno vital, Luis Bustamante dio cuenta de lo mejor de su oficio, con notables toques de clase y estilo, los mismos que desde principios de los 90 lo tienen en la cima del interiorismo mundial. Aquí el hall de entrada -que es también biblioteca, bar o comedor- es uno de sus espacios predilectos. “Es un lugar que me representa y me gusta, donde la mesa central con tapa de bronce de Ado Chale, destaca como pieza artística que organiza el ambiente”, confiesa. Sin duda, este compacto pero perfecto pied-à-terre madrileño es su mejor carta de presentación.