TEXTO: SOFÍA ALDUNATE FOTOS:ANA MARÍA LÓPEZ
Vivir y habitar los espacios de forma atrevida, orgánica, minimalista, sustentable y auténtica. La propuesta de la interiorista Vicky Cha se materializa en su propia casa, un lugar que rompe esquemas y que delata su propia esencia.
Transformar cada espacio en una experiencia sensorial es lo que mueve a Vicky Cha, interiorista argentina que vive hace diez años en Chile. Su trabajo tiene que ver con la pulcritud, lo justo y lo coherente; nada sobra en sus proyectos y todo en ellos habla de osadía y de romper esquemas para vivir experiencias nuevas, propias y únicas. “Me gusta que las casas se habiten de forma genuina y terrenal, donde las cosas se puedan tocar, oler y sentir. Espacios que se recorran a pie pelado, que despierten sensaciones y experiencias y que todo en ellos tenga un sentido. Es decir, vivir con lo elemental y que todo cumpla una función”, explica Vicky. Conversar con esta argentina es revelador, porque su forma de hablar, moverse y vestir es coherente con sus palabras.
A nuestro país llegó por compromisos laborales de su marido y aquí, poco a poco, se ha hecho un espacio en el mundo del interiorismo. Primero estuvo a cargo de la imagen de las tiendas Wolf y Area Design, y luego abriéndose camino de forma independiente remodelando casas. Hoy trabaja de la mano de destacados arquitectos nacionales y es la encargada de asesorar a sus clientes en todo lo relacionado con la arquitectura interior: desde revestimientos, iluminación, accesorios y elementos como quincallería, hasta “vestir finalmente la caja”, como dice.
Con un estilo muy propio, que busca desestructurar lo establecido, darle una nueva mirada y una vuelta de “rosca” a los espacios, su trabajo está muy vinculado con la genuina naturaleza de las cosas, la nobleza de los materiales y el respeto al entorno. Precisamente, todas estas condiciones están presentes en su casa, un proyecto muy personal que refleja lo más propio de su trabajo. “Mi casa es un sentir abstracto y geométrico; diseño en todo su esplendor que se ha convertido en mi santuario. Un espacio guiado por la luz, la materialidad y las formas simples, minimalistas y acogedoras. Una casa abierta a la naturaleza”, resume.
Proyectada por el arquitecto Eduardo González, este lugar está emplazado en lo alto de Chicureo, junto a los cerros. Según Vicky, es un poliedro hecho a medida para ella y su marido, completamente abierto por dentro y también hacia el exterior. Una construcción expansiva hacia la naturaleza y que, gracias a su materialidad, color y forma, se mimetiza de forma muy orgánica con el entorno.
Compuesta por un gran módulo central, la casa tiene una apuesta jugada donde todo está incorporado y pensado para compartir. A su vez, cuenta con tres módulos aparte. Uno funciona como el estudio de Vicky y los otros dos como habitaciones para invitados, desvinculados del área central, lo que les brinda privacidad e independencia. “Funciona como un verdadero hotel, lo que es muy cómodo para recibir “, explica Vicky.
Tanto por dentro como por fuera, la casa está pintada de negro. Pisos, muros y techos oscuros que, según su dueña, no solo añaden elegancia al espacio, sino que también permiten que resalte la madera, los textiles e incluso la iluminación. “El negro no compite con el resto de los materiales, sino que, por el contrario, los resalta; a su vez, le da protagonismo a los haces de luz y también incorpora la naturaleza exterior. La casa cobra vida a lo largo de todas las horas del día y por las noches, se pierde por completo”.
El interiorismo fue concebido sin condiciones, aquí no hay prioridad de espacios o usos preestablecidos. Cuenta que los muebles los eligió por su diseño y líneas simples, inspiradas en la manufactura minimalista y a la vez acogedora. Los materiales nobles, como las mesas de centro de concreto, la madera de teka natural con sus nudos y grietas, los jarrones de greda y las alfombras de yute, contrastan con la modernidad del diseño que los contiene, logrando una acogedora armonía. Además, todo aquí es muy flexible, la idea es que el mobiliario se pueda mover, trasladar y girar para generar espacios dinámicos, inteligentes y vivos. “El propósito es reforzar la sensación de lo abierto, donde los techos altos y la iluminación toman un rol protagónico. Me importa generar un vacío para que el mobiliario pueda comunicarse de manera fluida. Para mí, lo más importante es que cada rincón de mi casa y de cada proyecto que desarrollo, se transforme en sensaciones. Puramente sensaciones”, concluye.