TEXTO: SOFĂŤA ALDUNATEÂ FOTOS: RICARDO LABOUGLE

La reconocida interiorista española Paloma Cañizares nos abrió las puertas de su propia casa en la isla de Menorca. Una espectacular y señorial construcción de finales del siglo XIX que destila talento, tradición y esa coherencia que caracteriza su trabajo.

Al investigar un poco acerca de la trayectoria de la arquitecta madrileña Paloma Cañizares, lo primero que destaca es que desde que fundĂł su estudio en Madrid el año 2004 ha hecho de la coherencia su sello de identidad. Sus proyectos, centrados en casas de campo, vivienda y locales comerciales, destacan por su formaciĂłn arquitectĂłnica y por su poco gusto por lo superfluo. “Hay mucho de rigor en lo que hago, no hay anĂ©cdotas. Y es habitual que mis ideas salgan a raĂz de temas constructivos y que, a partir de ahĂ, nazca todo lo demás”, asegura.
Y esta afirmaciĂłn se hizo realidad en esta antigua casa de campo en el tĂ©rmino municipal de Alayor, en la isla de Menorca. Una casona señorial que carga más de un siglo de historia y que Paloma restaurĂł con la intenciĂłn de que prácticamente no se notara. Sus más 500 metros cuadrados conservan su estructura original y su esencia, aunque está completamente renovada. “QuerĂa lograr un interiorismo lo más genuino posible a travĂ©s de un diálogo con la arquitectura. Y en esa conversaciĂłn, mi voz debĂa pasar inadvertida. QuerĂa que la historia fuera la protagonista de los espacios”, comenta.

Ubicada a diez minutos en auto de la playa y en la mitad del campo, Paloma comprĂł esta casa el 2016, despuĂ©s de siete años añorándola. Tras doce meses de obras, logrĂł dejarla como ella querĂa. Una casa de campo que pudiese utilizar con su familia durante todo el año, a pesar de que la isla duerme profundamente en invierno. “AquĂ entre noviembre y febrero es muy solitario; los dĂas son cortos, hĂşmedos y muy ventosos. Los hoteles cierran y hay muy pocos vuelos, sin embargo, a nosotros nos encanta venir en esa Ă©poca. ¡Y más aĂşn en verano!, por supuesto”.

Y aunque mantiene su esencia original, fue pensada para sus dueños, con una distribuciĂłn acorde a los tiempos y comodidades contemporáneas, como la calefacciĂłn, toda una rareza en la isla. Eso, además de esos detalles que la hacen tan especial: abundante artesanĂa, muebles a medida, pisos diseñados especialmente, mucho textil, alicatados marroquĂes y trabajos de escayola -tipo molduras de yeso- en los cielos y muros que resultan Ăşnicos. “DescubrĂ un escayolista capaz de hacer cosas fantásticas y entre los dos, realizamos verdaderas joyas, entre ellas, el diseño del comedor, el cual es una alegorĂa del paraĂso. Un verdadero espectáculo”, asegura Paloma.

Como su propia dueña asegura, sus ideas nacen de lo que encuentra y aquĂ descubriĂł tradiciĂłn, cultura e historia a la que se sumĂł con gusto. Por ello, su jardĂn es una extensiĂłn del paisaje menorquĂ de matas y los muros de piedra (conocidos como muros secos) a los que le agregĂł grandes macizos con flores. El resto, añosos árboles de generosas sombras y que son el lugar predilecto para pasar las tardes de verano.
