TEXTO: SOFÍA ALDUNATE / FOTOS: ANA MARÍA LÓPEZ

Proyectar, decorar y llevar una casa para una familia de 15 hijos es todo un desafĂo. Este lugar frente al mar es el vivo ejemplo de que se puede hacer y con creces. AquĂ lo importante es estar juntos, disfrutar, desconectarse y contemplar la naturaleza.

Cálida, luminosa y alegre, esta casa frente al mar y además en medio del campo fue proyectada para albergar a muchos. Y cuando hablamos de muchos, es en serio, porque es para una familia de quince hijos y hasta el momento, 6 nietos. Un grupo al que le gusta estar juntos, leer, hacer todo tipo de deportes -desde surf hasta fútbol, pasando por tenis, pesca y caballo- e incluso, aburrirse en familia. Porque, como cuenta la dueña de casa, este lugar fue pensado para contemplar, para desconectarse y pasarse las horas admirando la naturaleza.
El proyecto se concretĂł hace alrededor de cinco años y el arquitecto encargado de desarrollarlo fue Marcelo Cox C., quien tenĂa como principal desafĂo, hacer caber cĂłmodamente a esta multitud. Pero no solo eso, tambiĂ©n idear una casa protegida del constante viento de la zona y que le sacara partido al particular entorno que la rodea.

El resultado fue una preciosa construcción, práctica y sin grandes pretensiones, pero muy bien pensada y lograda. En pocas palabras, un cubo, con corredores que dan a un gran patio interior. Aquà late el corazón de la casa, porque todos los espacios desembocan en él. “En el patio nos reunimos todos espontáneamente, aquà estamos protegidos del viento y es donde todo sucede, donde se juntan los niños, los jóvenes y los adultos; en la mañana, en la tarde y en la noche. Aquà hay espacio suficiente para todos, cosa que no siempre es fácil en una familia de quince”, comentan.
El interiorismo estuvo a cargo de MarĂa JosĂ© Tagle, profesional a quien la dueña de casa le tiene mucho cariño y a quien además admira por su trabajo y su capacidad de interpretar a la perfecciĂłn la forma en que a ella le gusta vivir: de manera autĂ©ntica y feliz. “La MarĂa JosĂ© me conoce el corazĂłn, asĂ que nos resultĂł muy fácil trabajar juntas en este proyecto. Yo querĂa algo campestre, con historia y que permitiera ser un lugar gozado y compartido. AquĂ lo que se rompe, se rompe, la idea es usarlo”, agrega.

Y tal cual. Se hace patente ese estilo “chascĂłn” y autĂ©ntico tan propio de MarĂa JosĂ©, el mismo que ha caracterizado sus más de 40 años como interiorista. Siempre respetando el entorno y tambiĂ©n, cĂłmo y quiĂ©n usará los espacios, lo que se traduce en casas con reforzado carácter. El de Ă©sta, habla de simpleza y calidez.
Recuerdos de viajes, objetos comprados en ferias, una colecciĂłn de cerámicas de PitrĂ©n, sillas encontradas en diferentes partes e incluso un cuadro pintado por uno de los hijos, le dan vida por dentro. Por fuera, las paisajistas Antonia Correa y Anita Saieh hicieron magia. En un terreno donde el agua es escasa y el viento constante, no es fácil lograr la frondosidad que ellas consiguieron. Especies nativas locales y otras traĂdas de otras zonas costeras le dan el toque final a esta casa. Una casa que nunca está sola, que siempre está viva y donde caben todos.
