TEXTO:MARÍA JESÚS CARVALLO FOTOS: ANA MARÍA LÓPEZ
Una panorámica vista al lago y un tupido bosque de pinos son el gran telón de fondo de esta casa en Vichuquén. Proyectada y construida por sus dueños, el arquitecto Pablo Guzmán y el interiorista Andrés Blanco, es un fiel reflejo de sus trabajos y talentos.
Encaramada sobre un cerro, con una vista única al lago Vichuquén y a un bosque nativo, esta casa es el sueño cumplido de sus dueños, el arquitecto Pablo Guzmán y el interiorista Andrés Blanco. Estrenada hace solo 9 meses, en este corto tiempo se ha convertido en el lugar ideal para estar con los amigos, las familias respectivas y también para desconectarse y olvidarse del estrés y de la rutina de Santiago.
De madera, estructuras de fierro y losetas de hormigón, esta casa fue un “auto encargo”, como explica Pablo. Junto al arquitecto Osvaldo Salazar desarrollaron en conjunto el proyecto. Con Andrés y la oficina Guzmán & Blanco (@guzmanblancoarq) -de la que son dueños-, realizaron el interiorismo y la decoración.
“El proceso de construcción fue muy bonito, porque de a poco fuimos descubriendo el terreno. Al principio casi no se veía el lago, porque la vegetación era muy tupida y estaba lleno de árboles, pero una vez que comenzamos la obra y tras hacer un sacado en el cerro, nos apoderamos de su pendiente y proyectamos la casa en la quebrada. Finalmente, y contra todo pronóstico, nos dimos cuenta de que teníamos una de las mejores vista del sector”, cuenta Pablo entre risas.
De dos pisos, la entrada está por el segundo y se accede a través de un puente. Arriba está el dormitorio principal y otros dos más, un hall y servicios. Abajo, el comedor, un living separado en dos ambientes, una cocina abierta, además de otras piezas. A esto se suma una terraza con una piscina y un deck, que este verano resultó ser uno de los lugares favoritos de los invitados. “Inicialmente la casa se pensó como un granero, abierta, pero durante la construcción fue mutando el diseño hasta convertirse en lo que es hoy: dos volúmenes superiores y un volumen horizontal donde se apoyan los anteriores con ventanales de suelo a cielo que buscan traer el exterior al interior, es decir meter el verde y no quitarle protagonismo al paisaje”.
Siguiendo esta misma premisa, a la hora de la decoración decidieron pintar la casa por dentro completamente blanca y buscar el color a través de los objetos. Se inspiraron en la idea de una galería de arte, donde las obras fueran las protagonistas y le dieran color al espacio. “En nuestros proyectos siempre tratamos de salir de lo común, del beige y del gris. En este caso incluimos el naranjo y le dimos un look más setentero al lugar, tipo La Naranja Mecánica. Sumamos elementos de nuestra tienda Larry, algunas antigüedades, objetos con historia, otros contemporáneos, además de algunos más divertidos e irónicos, como un Playmobil o un robot”.
Y, tal como ellos mismos cuentan, la consigna de esta casa es el relajo. Es por eso que el mejor panorama es instalarse en los sofás del living a leer un libro, escuchar música o sentarse frente a la chimenea. Para Andrés, pintar o cocinar y para Pablo, jardinear y mantener a raya los pinos y aromos que no paran de crecer. “Tenemos muchos proyectos en mente, pero vamos a ir de a poco. Estamos viviendo cada rincón y revisando los detalles. En el futuro nos gustaría hacer un quincho, una escalera en la pendiente, otra terraza, instalar un hot tub y hasta sumar una cabaña, además de un proyecto de paisajismo sustentable. En fin, seguimos en rodaje por ahora”, concluye Pablo.