CACHAGÜINA

TEXTO: MARÍA JESÚS CARVALLO  FOTOS: ANA MARÍA LÓPEZ

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Así es esta casa frente al mar. Blanca por dentro y por fuera, es playera, relajada y llena de detalles lindos y únicos. Su dueña es la diseñadora Leo Urruticoechea, quien supo imprimirle a cada espacio su sello y, en especial, el de su tienda La Cachaguina.

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En esta casa la mesa nunca está puesta para menos de 10 personas y siempre hay espacio para varios más. Es el centro de reunión de sus dueños -la diseñadora Leo Urruticoechea, su marido y sus 6 hijos- pero también de infinitos amigos, pololos, primos y hasta de Fanta, la mascota de la casa y casi hijo que se instalan a tiempo completo y con el mayor relajo.

Emplazada estratégicamente a los pies de la playa y con una vista preciosa a las dunas y al mar, la historia aquí empezó hace unos 12 años, cuando buscando un lugar para veranear en el sector de Cachagua, encontraron esta casa que cumplía con todas sus expectativas.

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Diseñada por el arquitecto Jorge Figueroa, contaba con la distribución necesaria para acoger a toda la familia y más, la orientación justa para disfrutar del sol gran parte del día y una ubicación envidiable, con un acceso directo a la playa, y muy cerca de los almacenes y cafés.

Vivida, con hartas historias y anécdotas, sus dueños la han ido renovando de a poco y sumando nuevas instalaciones a medida que ha pasado el tiempo. Un buen ejemplo es el quincho, que además de un sector para la parrilla, le incluyeron un living exterior con chimenea, ideal para las noches más frías. Al espacio de la piscina le destinaron un lugar muy cómodo para los quitasoles y reposeras, y a la cocina le agregaron -entre otras cosas- un gran mueble isla y un comedor de diario para todo el choclón.

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Sin duda la decoración de la casa merece punto aparte. No solo por lo linda y suelta, sino porque es un fiel reflejo de la Leo, que le ha impreso su sello y el de su tienda, La Cachagüina, que este verano cumple 10 años desde que se inauguró. Cojines de lino, mantas tejidas, un muro con sombreros, un arrimo con una colección de figuras de tortugas, cuadros con conchitas de Cata Correa, artesanías de Ana María Vial, velas, estrellas de mar, libros Assouline y un largo etcétera son algunos de los detalles que le dan ese aire fresco y playero a cada rincón. “La decoración de esta casa la fui armando muy de a poco. Soy de ir encontrándome con las cosas, no de programarme y decir ‘ahora voy a elegir veladores’. Me gusta mirar, recorrer y cuando pillo algo que me gusta, ahí recién lo compro e instalo. Tambien me encantan las tortugas. Más allá de la colección, trato de tenerlas en todas partes, cerámicas, en el papel mural o en objetos de ratán”, dice.

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Y si bien el verano y en especial diciembre es el mes que más les gusta para instalarse en la casa, van todo el año, algunas veces solos, otras acompañados. “Siento que la hemos aprovechado un montón, no solo porque cabe mucha gente, sino porque está pensada para disfrutarla. Aquí todos son bienvenidos y no faltan los candidatos para hacer un asado o para jugar cachos frente a la chimenea del quincho”, concluye.