TEXTO: SOFÍA ALDUNATE FOTOS: RICARDO LABOUGLE
Las españolas Susana Beltrán y Elena Ayuso fueron las encargadas de darle nuevos aires a esta antigua casa en el País Vasco francés. Una preciosura que necesitaba de la sofisticación y el oficio de estas dos interioristas para volver a brillar ante la luz de la costa del sur de Francia.
Ahí, entre tierra de balleneros, pescadores y pioneros en tablas de surf, atravesado por el Camino de Santiago y encaramado sobre las cimas de Los Pirineos se abre y se muestra el País Vasco francés. En este territorio donde tradición y cultura, gastronomía y color hunden sus raíces, se encuentra esta maravillosa casa construida hace más de 50 años por el afamado arquitecto español José Gorritxo y cuyo interiorismo fue recientemente restaurado por Susana Beltrán y su hija Elena Ayuso.
Para comenzar a explicar este proyecto hay que detenerse en esta dupla de españolas, madre e hija, que llevan años dando que hablar en el circuito de decoradores internacionales. Solo como para dimensionar el currículum, han sido incluidas entre las mejores interioristas de Europa en los últimos tres años por la edición española, francesa, italiana y alemana de Architectural Digest.
Amantes del arte, el diseño y la arquitectura, han puesto su corazón y talento al servicio de La Californie, un madrileño showroom y estudio que desborda sofisticación. Un verdadero santuario del buen gusto europeo, que reúne una selección de objetos, muebles y arte de todo el continente, además de un considerable portafolio de proyectos por todo el viejo mundo, los que abarcan desde la restauración de un palacio del siglo XVIII hasta una hacienda en Portugal o una casa familiar en Italia, cada una con una historia única, tejida con la personalidad y el estilo ecléctico propio de La Californie (@la_californie_).
Y la historia de esta casa en el País Vasco francés es larga y fascinante. Susana y Elena recibieron el encargo de hacerle una remodelación completa. “Nosotros nos encontramos con esta preciosura y con una base muy buena que había que adaptar a los nuevos clientes. Como primera condición que nos autoimpusimos fue no cambiar su espíritu, sino que solo embellecer sus diferentes volúmenes y acomodarlos a sus nuevos habitantes. Lo bueno es que se fiaron mucho de nuestro criterio y conectamos muy bien”, comentan desde España.
En medio de una arboleda llena de magnolios, palmeras y una vegetación exuberante, muy cerca del mar y con una vista privilegiada desde lo alto de un cerro, esta casa “que arrancó en los años 70”, como comentan las interioristas, fue cosméticamente intervenida por ellas, ya que no hicieron ningún cambio de obra mayor. “Toda decoración tiene un punto de partida y para nosotros las contraventanas fueron nuestra inspiración”, aseguran. Desde ahí comenzaron a trabajar, siempre pensando en un lugar familiar y refrescante con un marcado estilo de las típicas casas del sur de Francia, desde Saint-Tropez hasta la Costa Azul. Para ello, crearon muebles específicos como la mesa de comedor, los sofás de grandes dimensiones, encargaron las alfombras a medida y hasta mandaron a bordar unos almohadones que están en el living, con una interpretación de los mismos azulejos con flores de Vallauris (ciudad alfarera donde hacía sus cerámicas Picasso) que estaban en un antiguo mueble de la casa.
Dividida en dos pisos y en dos formas de habitarla, el primero está más abierto a la naturaleza, al jardín y la piscina. Antes un antiguo depósito, hoy es el lugar favorito de los dueños de casa para pasar el verano. En cambio, el segundo piso es más refugiado. “Aquí optamos por más lana, más almohadones y por un ambiente más recogido y calientito. Una mezcla entretenida que hace de esa casa un lugar muy versátil y único”, comentan estas españolas que aún siguen trabajando y aportando nuevos toques a este proyecto. Un encargo que las llena de orgullo y que dejó a sus clientes muy contentos.