TEXTO: SOFÍA ALDUNATE / FOTOS: FERNANDO MARTOS
Amante del jardín inglés, el español Fernando Martos ha cimentado su exitosa trayectoria adecuando el estilo british a la realidad mediterránea. El resultado, espacios que despiertan los sentidos y que emocionan. Jardines donde la naturaleza se revela en su máxima expresión.
El español Fernando Martos se ha hecho un nombre en el mundo del paisajismo sobre todo por la maestría con que ha logrado adaptar su pasión por el jardín inglés al clima mediterráneo. Según los entendidos, sus proyectos son la mezcla perfecta entre formación, experiencia, pasión y ganas de experimentar. Si a eso se le suma su innata capacidad estética y artística, el resultado emociona. Y no es necesario ser un erudito en el tema para darle la razón a los entendidos: los jardines de Martos son naturaleza en su máxima expresión.
Una vez terminada su carrera en la Escuela de Paisajismo y Jardinería Castillo de Batres en Madrid y con sus jóvenes 25 años, tomó la oportunidad de irse a trabajar como voluntario en los jardines de Newby Hall, en Yorkshire. Fue ahí donde se enamoró del estilo british, ese de vegetación libre y espontánea, de abundante y colorida diversidad. “Hace 20 años se pensaba que el clima mediterráneo no era propicio para este tipo de paisajismo, por eso al volver a España comencé a experimentar en mi jardín familiar en Sevilla -con veranos muy calurosos e inviernos muy fríos- y descubrí que sí podía adoptar algo del estilo británico utilizando especies autóctonas”, comenta.
Los proyectos realizados por Fernando son una atractiva adaptación inglesa a la realidad mediterránea, que incluye influencia islámica y renacentista. A eso le suma el uso del agua a través de fuentes o piletas, la abundancia de sombras, pérgolas, arboladas y huertos. Estos últimos los utiliza como recursos estéticos, mezclando plantas perennes decorativas como orégano, tomillo y romero, con especies de cultivo como tomates, lechugas y berenjenas. “Es decir, convertir el huerto en una parte del jardín y no como un elemento meramente práctico”, agrega.
Evidentemente, el cliente juega un rol fundamental en el resultado de los proyectos, según Fernando, pero más aún, el lugar donde están situados. “Un buen resultado depende de la combinación de ambos factores”. Así, su afán está en buscar plantas que se adapten al lugar. Y agrega: “Intento que estén contentas en el espacio en las que las ubico, lo que además reduce su mantenimiento”. Para ello asegura que la clave está en probar y probar, acertar y equivocarse y conocer las especies de primera mano. Así, y tras años de experimentación, hoy puede asegurar que entre sus favoritas están las salvias, porque le dan ese aspecto natural y silvestre que persigue para sus jardines.
Poder aportar movimiento, luces, sombras, aromas y colorido es clave para este español y aquí las especies silvestres también son buenas aliadas porque -como explica- al ser tan ligeras, capturan esa luminosidad clave en sus proyectos. “Me interesa mucho el cambio y la sucesión de la floración a lo largo del año, la luz y el movimiento de las gramíneas y la vida que se genera en torno al jardín”.
Exuberantes, vivos y cálidos, sus jardines no luchan contra el entorno, sino que se suman a él. Y así como lo condiciona el lugar y sus clientes, también lo hace su fiel compromiso con la sostenibilidad. El uso responsable de los recursos es primordial, sobre todo del agua. “Cada vez reduzco más el césped y muchas veces, si el cliente me lo permite, lo elimino por completo. El hecho de elegir especies autóctonas que se adapten bien y felices a su entorno, permite que se elimine el uso de abonos químicos. El jardín debe proporcionar un hábitat para distintos insectos y animales, de manera de poder formar ecosistemas. No hay que tener miedo a experimentar”, concluye